Esther Cejudo
La Vida es un Don
La Vida es un Don y como todo Don es gratuito, no depende de nosotros, si observamos lo maravillosa que es la creación de un ser humano desde su gestación, sólo podemos admirar esa única realidad de armonía y belleza, que es creación de Dios y unidad con él. Dios nos da a cada ser humano la Vida y tenemos la misión de respetarla, amarla y protegerla.
¿Por qué tememos tanto al dolor?
El ser humano como humanidad y de manera personal enfrenta a lo largo de su vida el dolor y el sufrimiento. El dolor es algo inherente a la persona, nos guste o no. No hay una sola persona que no pase por una pérdida (material o de un ser querido o de cualquier índole), o por enfermedad, o por cualquier otra causa y lo que buscamos es evitarlo, salir de él o ayudar a quien lo está padeciendo.
Y aquí está la clave, el dolor no nos gusta, no es placentero, ni lo buscamos, es más huimos de él como “gato boca arriba”; y en pos de este miedo al dolor podemos tomar acciones no acertadas.
Disminuir o manejar el dolor es algo válido, por ejemplo en un enfermo, el medicamento disminuye el dolor, pero no podemos matar a alguien sólo por no vivir nosotros el dolor de cuidarlo o por no padecer en nosotros mismos un dolor, jamás por miedo podemos justificar una acción que atente contra la vida.
Qué es una muerte digna?
Comencemos por afirmar que Matar no es una muerte digna, una vida digna nos lleva a una muerte digna y la clave de esto es la familia y los seres queridos, quienes disminuyen el sentido de soledad en el dolor y la enfermedad. Sólo la familia y los seres queridos reconfortan al enfermo y es lo que definitivamente representa una gran ayuda son los sacramentos, ese acercamiento a Dios en el dolor, la comprensión que viene de vivir íntimamente ligado a Jesús en los momentos de sufrimiento, quien dio su vida por nosotros, lo que nos da la vida y muerte digna.
Ni encarnizamiento médico ni cultura de la muerte (el descarte)
Imagina a un ser querido postrado en la cama por enfermedad y que deseas tanto que viva que lo sometes a tratamientos inimaginables que sólo prolongan su sufrimiento, no, eso no es válido, como tampoco lo es el que “pobrecito para que no sufra, mejor le inyectamos un medicamento para matarlo”, ninguna de las dos actitudes es válida, debemos, con objetividad y mucho acompañamiento y cariño, atender al enfermo sobre todo en su fase terminal
¿Por qué NO a la Eutanasia?
Ya estamos viviendo ideologías con la cultura de la muerte, la cultura del descarte, y ahora el suicidio asistido ya sea por voluntad propia o delegada a los familiares, no podemos calmar nuestra conciencia a partir de una supuesta “caridad misericordiosa”. Dios es muy claro en su mandamiento de “No Matar”, no nos dice bueno mira no matar, pero… si el enfermo es una molestia, si tienes que cansarte, si no quieres sufrir, etc. NO es válido, el mandamiento es No Matar, y eso es Palabra de Dios, no hay paliativos en este sentido, nuestra actitud como católicos es apoyar y reconfortar al enfermo, sin encarnizamiento médico, pero nunca matar, sino acompañar. Y acompañar al que sufre se trata de quedarse quieto y en silencio; aprender de él, no de enseñarle.