
Los “menologios” son los catálogos que antiguamente se hacían para reunir información biográfica sobre personajes que eran reconocidos por su virtud y santidad, eran presentados por cada mes del año. En la época novohispana las órdenes religiosas hicieron sus respectivos menologios para hablar de sus miembros que habían destacado en virtud, sabiduría y santidad.
Un ejemplo de esa época es el “Menologio franciscano” de fray Agustín de Vetancurt, el cual aparece integrado a su obra conocida como “Chronica de la Provincia del Santo Evangelio de Mexico” (impreso en 1697).
Fray Fidel de Jesús Chauvet, historiador franciscano, a su vez en 1983 publicó un “menologio moderno” a la manera de un catálogo bio-bibliográfico titulado “Franciscanos memorables en México (1523-1982)”, del cual conocemos el Tomo I (Centro de Estudios Bernardino de Sahagún, A.C.).
En una y otra obra aparece el nombre de fray Francisco de Ayala que tiene relación con la historia de los franciscanos en la ciudad de Toluca.
Fray Francisco de Ayala fue oriundo de San Juan de Puerto Rico. Tomó el hábito franciscano en la ciudad de México el 23 de septiembre de 1590. Residió en el convento de Nuestra Señora de la Asunción de Toluca.
Sabemos de este fraile gracias a fray Juan de Torquemada que hace referencia de él en su obra “Monarquía Indiana” (XX, 78), de la cual tanto Vetancurt como Chauvet, en las obras mencionadas, tomaron los datos para referirse a dicho personaje.
Dice Torquemada que fray Francisco de Ayala vivió como hermano lego, con gran ejemplo y devoción. Fue dado a la oración y a la penitencia constante. En el silencio y la escucha se hizo sabio.
Refiere Torquemada que: “Tenía este santo lego hecha hermandad espiritual [con] fray Bartolomé de Heredia, enfermo de un mal agudo y grave, de que murió en el convento de Toluca, donde fray Francisco de Ayala era morador; y llamándolo el enfermo al tiempo de su muerte le dijo: hermano fray Francisco, ya sabe que somos hermanos y que la verdadera hermandad es para la muerte; y pues me muero, encomiéndeme a Dios y no se olvidé de sí mismo, que en este mismo año ha de morir”.
En efecto murió fray Bartolomé en la Cuaresma de 1601, mientras que fray Francisco murió exactamente el mismo año, sólo que el primero de noviembre. Quiso Dios que muriese tal día, dice Torquemada, “para que se entienda que le dio gloria cuando la iglesia celebra la de Todos los Santos en común, donde a las vueltas de tantos, su bendita ánima mereciese el mismo premio”.
Fray Francisco de Ayala vivió como murió: en santidad, tan es así que los vecinos de Toluca lo tuvieron como un santo. Fue sepultado en el convento franciscano de Toluca precisamente junto a su hermano espiritual fray Bartolomé de Heredia.