Ma. Eugenia Lage Corona

Una junta de familia es una de las formas más eficaces de hacer frente cuando se presenta una enfermedad terminal en la familia. Mace y Rabins (1997: 214) proponen reunir a la familia para analizar las cosas. En caso necesario podrán valerse de un mediador (que podría ser el médico del enfermo, un consultor familiar o un terapeuta familiar). Juntos podrán llegar a acuerdos definidos respecto al trabajo y a la ayuda económica que cada miembro de la familia debe aportar.

Vale la pena sugerir, desde un principio, que deben asistir todos los integrantes de la familia, incluso los niños que resultarán afectados por la decisión; cada uno tendrá la palabra sin que se le interrumpa y todos deberán escuchar aunque no estén de acuerdo.

Entre las normas básicas de comunicación se debe evitar llegar a un estado emocional de tal tensión que los miembros de la familia se griten falten al respecto, más bien deben ponerse de acuerdo, sin ofensas ni frases que descalifiquen. Es importante en la medida de lo posible, que toda colaboración surja de un compromiso y de la voluntad propia de las personas por aportar.
Es conveniente incluir los siguientes puntos en la junta:

– Definir qué dificultades existen.
– Qué hace cada uno en la actualidad; qué se necesita hacer y quién se encargará de hacerlo.
– Tarea por tarea: cómo se ayudarán mutuamente; qué significarán los cambios para cada miembro.

Por cuestiones prácticas, se deberá dejar claro: ¿Quién atenderá diariamente al enfermo?, ¿Podrán salir de vacaciones?, o ¿lo llevarán cuando salgan? El cuidador principal, ¿cuándo podrá tomar vacaciones o descansos?, ¿quién tomará la decisión de internarlo en el hospital si es necesario?, ¿quién manejará las finanzas y las cuentas bancarias? ¿Cuál será la función del cónyuge sano del paciente?, ¿Tendrá algunas responsabilidades para con los nietos?, ¿Se mudarán a casa de uno de los hijos?… Un aumento en la familia puede ser enriquecedor pero también puede crear tensiones. El prever y discutir las cuestiones de posible desacuerdo antes de que surjan conflictos, ahorra algunos enojos.

También es importante saber cuánto costará atender al enfermo y quién pagará los gastos, ya que además de gastos médicos, hay gastos en alimentos, medicinas, transporte, deben aclararlos y de ser posible, dividirlos entre la familia, y quien no pueda dar nada, que compense con otro tipo de ayudas complementarias.

Las familias en estos momentos se necesitan y es el momento propicio para olvidarse de antiguas riñas en bien del su querido enfermo. Tal vez no sea posible resolver todos los desacuerdos, pero a través de la discusión, se pueden encontrar al menos un par de cosas en las que sí concuerden. Eso los animará muchísimo y tal vez haga que las cosas resulten mejor en su siguiente junta.

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