
Kar Fierro
Instagram: @somoscieloencasa
El 2020 ha sido retador de muchas formas y si bien nos arrebató tanto, también nos regaló la oportunidad de hacer una pausa para reflexionar sobre nuestras vidas y volver a Dios.
Conforme fueron pasando los meses la incertidumbre fue creciendo y por momentos sentimos que se nos iba agotando la esperanza de que algo bueno pudiera surgir de todas las situaciones que se han presentado, como si nos estuviéramos secando. Sin embargo, pudimos reconocer nuevamente la única fuente de agua viva que puede saciarnos: Cristo (Jn 4,14).
Es así que podemos entender este año como una desgracia, o bien, vivir el sufrimiento en congruencia con nuestro ser cristiano, entenderlo como un peregrinar de vuelta a lo que es realmente importante.
Las fiestas se acercan y el sentimiento que nos invade es querer olvidar, aunque sea en estas fechas, para recuperar un poco de lo que hemos sido privados este año: la cercanía, los abrazos, los festejos en grupo, los regalos, entre otras cosas. Pero quiero invitarte a reflexionar de manera muy profunda esta pregunta: ¿cómo quieres realmente culminar o cerrar este año?
Existe un antes y un después de la pandemia y tenemos la posibilidad de seguir como estábamos o crecer a partir de lo que hemos vivido, sabiendo que todavía no es momento de bajar la guardia, pues los contagios y las defunciones siguen aumentando.
¿Por qué no entonces retomar el sentido de las posadas y esta vez vivirlas en lo profundo?
Dejemos a un lado las fiestas y dispongámonos a hacer de nuestros hogares, lugares de oración y encuentro.
Que tantas pérdidas tengan un sentido y nos lleven a volver nuestra mirada a Jesús, quien nos ama profundamente y jamás se ha ido de nuestro lado.
Que este año nos haga salir de nosotros mismos y crecer en virtud, sobre todo en la caridad con los demás, sabiendo que en estos momentos, la mejor manera de hacerlo es desde la prudencia y con el seguimiento puntual de las recomendaciones sanitarias, porque así podemos cuidar a los demás.
Que nuestros hogares estén listos para recibir a la Santísima Virgen y a San José, no con luces, comida y ponche, sino con un corazón preparado para recibirlos y lleno de esperanza por la venida de Jesús.
Que el 2020 vivamos las posadas desde el silencio y en lo más profundo; que salgamos de nosotros mismos y vivamos esta llegada en contemplación, dispuestos a sacrificar el bullicio de la fiesta para cambiar lo que tengamos que cambiar y retomar lo que es importante.
Que María y José encuentren en nuestros hogares la unión desde la oración y lo que los llame a tocar la puerta sea nuestra vida de abandono en Cristo y no el ruido de la fiesta.
Una gran fiesta puede ayudarnos a olvidar temporalmente la situación, pero si en esta ocasión vivimos las posadas de manera auténtica, no habremos pasado de largo este año y entonces todo lo vivido y lo perdido habrán tenido sentido.
Que cuando llegue Jesús nos encuentre cambiados, llenos de fe y de amor y que nuestro corazón sea un lugar de peregrinación, listo para recibirlo.