
El Viernes Santo y Sábado Santo, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite la celebración de los sacramentos, excepto el de la Penitencia y la Unción de los Enfermos, en caso de ser necesario.
El Viernes Santo se conmemora la Pasión de nuestro Señor. Es el único día en que no se celebra la santa misa.
El oficio litúrgico de este día consta de tres partes: Liturgia de la Palabra: En la lectura del profeta Isaías se contempla al Siervo de Dios, quien padece a causa nuestra. En el Salmo contemplamos al Siervo que se acoge a la misericordia del Padre. La segunda lectura muestra a Cristo obediente en el dolor, por el que obtiene la gracia de la salvación para todos los que lo obedecen. Se lee la Pasión de nuestro Señor Jesucristo del evangelio de San Juan.
Adoración de la Cruz: este acto se realiza considerando la Cruz como instrumento de salvación, a través del cual se obtuvo esta gracia. Se muestra la Cruz cubierta con un velo morado y se descubre en tres momentos mientras
se contempla en absoluto recogimiento.
Durante este momento, se cantan los Improperios, que son los reproches o afrentas que Dios dirige a su
pueblo, a causa de su Hijo muerto en la cruz.
Sagrada comunión: se coloca un mantel en el altar y se lleva al Santísimo Sacramento para distribuir la comunión a los fieles. Terminado el oficio litúrgico, se retira el mantel del altar, y se coloca sobre él un crucifijo con dos o cuatro candeleros.
En algunos lugares se realizan actos de piedad para fortalecer la fe de los creyentes, como son: la representación del Via Crucis, la Meditación de las siete palabras y la Procesión del silencio.
Fuente: Revista Génesis 2023