María Beatriz Arce de Blanco

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Y tú quieres que yo te pida, que me reconozca perdido sin ti, necesitado de ti.

Justifica, Señor, mi pecado, y hazme tuyo.

Jesús: te necesito, sin ti no soy nada, nada puedo. Ten piedad de mí.

− Yo te pido que entregues tu vida por mí, para que mis pecados sean perdonados, para que yo sea unido a ti, para hacerme hijo del Padre en el Espíritu, para morir contigo y resucitar en ti.

Necesito el sudor y la sangre, que brotan de los poros de tu piel, para lavar mi alma de la mancha que el pecado ha dejado en mí.

− Yo te pido que en tu agonía pienses en mí, en mi amor por ti, en tu amor por mí.

Necesito tu humildad y tu valentía, al hacerte esclavo para hacerte preso, y entregarte por tu propia voluntad –unida a la voluntad del Padre–, en manos de los hombres.

− Yo te pido que bebas del cáliz de mi salvación.

Necesito la humillación de tu humanidad y de tu divinidad.

− Yo te pido que aceptes ser despreciado por mí.

Necesito tu cabeza coronada de burla y de desprecio, y tus manos atadas a las cadenas del mundo.

− Yo te pido que, con tu prisión, rompas mis cadenas.

Necesito tus palabras a la verdad y tu silencio a la mentira, ante las calumnias y falsas acusaciones.

− Yo te pido que calles por mi inmundicia y que hables por tu Reino.

Necesito tu hermoso rostro desfigurado.

− Yo te pido que pongas tu otra mejilla por mí.

Necesito tu espalda y tu cuerpo flagelado, tus miles de heridas y tu carne abierta. Necesito cada gota de la sangre que brota de tu piel.

− Yo te pido que ofrezcas tu martirio por mí, para salvarme, para hacerme tuyo.

Necesito que seas expuesto ante los hombres para ser juzgado y condenado a muerte injustamente, para ser desechado, mientras un pecador es liberado en vez de ti.

− Yo te pido que aceptes morir por mí, para rescatarme, para liberarme, para recuperarme.

Necesito el dolor de tu hombro, y que cargues tu pesada cruz, para que yo pueda cargar la mía.

− Yo te pido: ayúdame.

Necesito tus pies cansados y tus rodillas heridas por tus caídas, para levantarme de las mías y caminar contigo.

− Yo te pido: levántate y sigue, muéstrame el camino.

Necesito la mirada de tu Madre para encontrarme contigo, que me dé la fortaleza y me anime a seguir caminando cuando ya no puedo más.

− Yo te pido: mírala y muéstrame tus ojos en los suyos.

Necesito tus manos y tus pies crucificados, para destruir mis pecados.

− Yo te pido: extiéndelos, soporta mi dolor unido al tuyo.

Necesito que seas expuesto al mundo, desnudo de tu humanidad, vestido de tu divinidad con tu preciosa sangre.

− Yo te pido que seas exaltado para que pueda verte.

Necesito tus palabras sabias y tus consejos, en medio de tu sufrimiento y de tu agonía, para hacerte mío, para hacerme tuyo.

− Yo te pido: entrégate por mí, hasta el último suspiro, para que pueda escucharte.

Necesito tu perseverancia y tu amor hasta el extremo.

− Yo te pido la compañía de tu Madre, para resistir y perseverar hasta el final.

Necesito la llaga de tu costado, necesito hasta la última gota de tu bendita sangre y de tu agua viva, para lavarme, para purificarme.

− Yo te pido: hazme digno de ti.

Necesito de tu ejemplo de amor para imitarte.

− Yo te pido: enséñame.

Necesito tu misericordia para poder llegar a Dios.

− Yo te pido: muere por mí, derrama tu purísima sangre y renuévame.

Tan grande es mi pecado.

Tanta es mi necesidad.

Tanta es mi debilidad.

Tan poco soy y tanto daño hago.

Yo humillo mi corazón ante ti.

Me reconozco débil, pecador y arrepentido.

¡Perdóname!

¡Sálvame!

Necesito tu muerte, para que yo tenga vida.

− Yo te pido: dame vida, hazme tuyo para siempre, en la gloria de tu resurrección.

Necesito de ti, porque quiero vivir en ti como tú vives en mí; porque quiero ser un hombre nuevo, para construir contigo el Reino de los cielos.

− Yo te pido que mueras por mí, pero más te pido que me resucites a la eternidad contigo.

Necesito tu vida, tu pasión, tu muerte y tu resurrección, para que seas mío, para ser tuyo para siempre.

− Yo te pido, aun después de todo esto, que nunca me dejes, porque soy débil y sin ti no puedo, pero tú eres mi fortaleza, mi vida, mi pasión, mi muerte y mi resurrección.

Yo te prometo, por tu amor, con tu amor y en tu amor, amarte y glorificarte eternamente, porque creo en ti, y en que tú eres el Hijo de Dios, mi Cristo, mi Jesús, mi Señor.

Amén.

(Alabanzas, n. 21)

@Revita Génesis abril 2023
http://arquidiocesistoluca.org.mx/wp-content/uploads/2023/04/ABRIL-23.pdf

Write a comment:

*

Your email address will not be published.